Real Wedding | Holly & Dan

Cuando la arquitectura, la moda y la gastronomía de autor se fusionan, el resultado es una boda como la de Holly y Dan. La pareja apostó por una celebración elegante y minimalista en Port Phillip Estate, un venue espectacular donde las líneas limpias y la naturaleza crearon el escenario perfecto para un “sí, acepto” con muchísimo estilo.

Desde el primer momento, la estética de la boda fue clara: sofisticación sin esfuerzo. Holly llevó un vestido de novia impresionante de Roksanda, una pieza escultural con volumen y una caída impecable que se alineaba perfectamente con la arquitectura del lugar. Su look fue un statement total: maquillaje natural, accesorios llamativos y un peinado pulido que complementaba la esencia moderna de la boda.

La ceremonia al aire libre estuvo enmarcada por una paleta monocromática, con una decoración sobria pero impactante. Grandes arreglos de hortensias blancas se integraron con la estructura del espacio, creando una atmósfera que resaltaba por su elegancia minimalista. La luz natural jugó un papel clave, bañando cada momento con una calidez especial y resaltando la arquitectura brutalista de Port Phillip Estate.

Para la recepción, la propuesta gastronómica fue clave. La pareja apostó por un menú de autor, con platillos que sorprendieron tanto en presentación como en sabor. Las mesas, vestidas con mantelería blanca impecable y detalles florales sutiles, se mantuvieron en línea con la estética de la boda. La iluminación tenue y el ambiente relajado hicieron que cada momento se sintiera íntimo y especial.

El pastel de boda, lejos de lo tradicional, fue una creación minimalista decorada con hierbas frescas y flores comestibles, siguiendo la línea de la celebración: detalles cuidados sin necesidad de excesos.

Las fotos de Matt Godkin capturaron a la perfección cada instante, desde los gestos cómplices de los novios hasta la armonía entre el venue y la decoración. Holly y Dan lograron una boda que fue una extensión de su estilo personal: moderna, sofisticada y sin pretensiones. Una celebración que demostró que, a veces, menos es más.

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